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La conexión entre cultura, lengua e identidad siempre llamó la atención de sociólogos, historiadores, lingüistas e investigadores de distintas áreas científicas. Siendo la lengua fundamental para la comunicación humana, es una necesidad para los seres humanos: no solo para la interacción, sino también como vehículo de cultura que refleja la sociedad que la alberga y su(s) universo(s) cognitivo(s) (Arslan et al., 2024).
Durante siglos, la construcción de la identidad ha estado ligada a las fronteras geográficas, a las luchas de clases y de poder y al mantenimiento del statu quo, del mismo modo que las lenguas han desempeñado un papel innegable en la sociedad a la hora de definir y consolidar las identidades políticas, sociales y culturales. Si, por un lado, tienen la capacidad resistente de delimitar fronteras nacionales, por otro, pueden abrir espacio a horizontes que desgarren esas fronteras.
La importancia de la lengua como definidora de una cultura identitaria fue introducida en el siglo XVIII por el filósofo alemán J. V. Herder quien, en oposición a los designios cosmopolitas del movimiento iluminista y como reacción a la discriminación de la que Alemania (Baviera) era víctima, destacó el papel de la lengua, la etnicidad, los mitos y rituales pasados, y otras especificidades culturales que distinguían una nación de otra. Este enfoque determinó la supremacía política de muchas comunidades étnico-culturales y lingüísticas minoritarias, contrariando el presupuesto de la extensión territorial para la legitimación nacional.
El concepto de identidad se ha desarrollado desde la Revolución Francesa, teniendo un papel cada vez más central en las ciencias sociales y humanas, ya que está profundamente ligado a la forma en que los individuos y grupos sociales se perciben y son percibidos en diferentes contextos. En la actualidad, se concibe la identidad no solo como un concepto dinámico, sino también multifacético que, como ya había señalado Hall en 1990, es una producción “which is never complete, always in process, and always constituted within, not outside, representation” (p. 222). Por otro lado, “Identities are sets of meanings that define who we are in terms of the roles we have, the groups or social categories to which we belong, or the unique characteristics that make us different from others”, tal como Burke (2020) defiende.
De esta forma, es innegable que la identidad está moldeada por diversos factores, siendo la lengua, la literatura y la cultura elementos fundamentales en este proceso, que la convierten en una construcción constante. La interacción entre estas dimensiones no solo define la identidad individual y colectiva, sino que también influye en la dinámica social e histórica de las sociedades actuales.
Estas reflexiones sobre el papel de la lengua y la cultura en la construcción de la identidad llevan a plantearnos diferentes preguntas: ¿Quiénes somos? ¿Cómo somos? ¿Lo que somos hoy no lo seremos mañana? ¿Ni en este o aquel lugar? ¿Cómo somos representados en los distintos discursos literarios? ¿Cómo influye la globalización en la construcción de la identidad? ¿Qué impacto tendrá la Inteligencia Artificial en nuestra futura identidad?
En este coloquio pretendemos analizar y reflexionar sobre las diferentes dinámicas en la construcción de las identidades como concepto plural, considerando sus manifestaciones lingüísticas, literarias y culturales, abarcando así una variedad de expresiones en las Humanidades.